jueves, 1 de diciembre de 2011

El "Euroescepticismo" y el "Poder Sin Responsabilidad"

El Derecho Constitucional ha servido tradicionalmente como mecanismo de control del Poder, sin embargo, el constitucionalismo moderno se extiende al control de la vulnerabilidad de los derechos de los ciudadanos. Además, debemos entender que el constitucionalismo moderno protege a los más débiles; Lo cuál, también parece discutible, porque para la protección de estos derechos en multitud de ocasiones es necesario llegar al amparo constitucional, con el desembolso económico que esto supone.

El Derecho Constitucional Europeo ha ganado notable importancia en los últimos años, sobre todo desde que el TJUE estableció que los tratados fundacionales son equiparables a una Constitución Europea. Esto provocó un enfrentamiento doctrinal entre los que se pronuncian “europeistas”, y los que son conocidos como “euroescépticos”.

El “euroescepticismo” es un movimiento que basa su idiosincrasia en la inseguridad y el miedo en el avance del proceso de integración de la Unión Europea, como consecuencia de una mentalidad anclada en el pasado. Por ello, estos sectores de la población rechazan la idea de Constitución Europea, suponen una traba al proceso de integración, y fuerzan la creación de falsos Tratados, que podrían llegar a ser Constitución si no fuera por la fuerte presión que ejercen, como por ejemplo el Tratado de Lisboa.

El Tratado de Lisboa contiene lo que ya contenía el Tratado Constitucional, una Carta de derechos fundamentales, y además atribuye más competencias a la Unión Europea, menoscabando así las de los diversos Estados Miembros.

Lo más trascendente del Tratado de Lisboa es la entrada en vigor de la Carta de derechos fundamentales por los siguientes motivos:

1)    Comienza a reconocerse la ciudadanía europea.

2)    Supone un avance importante para los ciudadanos, puesto que anteriormente sólo existían los derechos de libre circulación.

3)    Los Estados Miembros se obligan a la protección de estos derechos en todo el Territorio Europeo.

Sin embargo, en esta Carta de derechos fundamentales se establece hasta en cuatro ocasiones que no se crean nuevos derechos, lo cual es completamente falso, y tiene un trasfondo psicológico que se usa para contentar a los sectores euroescépticos como ya se comentó anteriormente.

Por todo lo mencionado con anterioridad, podemos afirmar que el Tratado de Lisboa supone un auténtico precedente en la tendencia a la construcción de la identidad europea que vivimos en estos momentos, pero que indudablemente se ha visto, y se ve frenado por por el miedo de estos sectores.

Por otro lado, lo cierto es que este importante avance llega tarde, puesto que su elaboración y entrada en vigor ha costado nada más y nada menos que diez años. Diez años de retraso, que conforme al avance de la globalización y de otras potencias mundiales suponen ir un paso por detrás.

Además del problema de los sectores euroescépticos, existe un problema a mi juicio aun mayor, y es que los políticos no quieren cambiar el sistema legislativo en Europa. Este sistema legislativo está dotado de una representación indirecta mediante la cual, los representantes electos en el Parlamento, además de no tener un papel importante en la elaboración de las leyes, puesto que éstas se elaboran en la Comisión; toman decisiones en base a los intereses estatales, y no en base a los intereses de los ciudadanos, que siguen muy lejos de participar en la política europea.

Además de utilizar la política para intereses estatales, y no tener en cuenta los intereses de los ciudadanos, los políticos encuentran en la Europa actual un motivo mayor para no querer cambiarla; y es que ejercen política sin responsabilidad, lo que a mi juicio, es lo más peligroso y deleznable que un político puede hacer.

Si a esto añadimos, que los respectivos tribunales de los Estados Miembros han dado la espalda al proceso de integración (véase el ejemplo de la "Sentencia Lisboa" del Alto Tribunal Alemán en el año 2009), el resultado es una Europa que avanza a marchas forzadas como consecuencia de una serie de ideas, que en ocasiones vienen impuestas por los propios políticos para defender sus intereses, y en otros casos, simplemente por una mentalidad anclada en una noción de Estado que data del siglo XIX.




¿ Es viable una Constitución para Europa? ¿ Es necesaria?


Autores como Joseph Weiler creen que Europa es una confederación de Estados soberanos en el plano político, mientras que es un Estado Federal en el plano jurídico. Weiler tampoco cree en el concepto de Europa como Estado y cree que es inviable. Sin embargo, no opina lo mismo de USA, lo cual, desvirtúa bastante su teoría.

Por otro lado, Dieter Grimm sostiene que no hay un Pueblo Europeo, y que por ello no puede puede haber una Constitución. Sin embargo, el concepto de Pueblo es exactamente de lo que se pretende huir, puesto que proviene de un concepto de Estado trasnochado. Por tanto, el hecho de existir una ciudadanía debe bastar para la creación de lo que el gran filoósofo y jurista Hans Kelsen denominó “Grund Norm”.

A mi juicio, J. Weiler tiene razón en parte, puesto que hoy en día, con la mentalidad que tiene gran parte de la población, es imposible pensar en un cambio cercano en el tiempo. Los avances que vienen produciéndose hasta el momento, han sido tan positivos como lentos; y hasta que la población no se dé cuenta de la necesidad del avance en el proceso de integración, los políticos nacionales seguirán sentados en sus butacas gozando del Poder sin reproches.

Es cierto que el Tratado de Lisboa es un comienzo, y que la inclusión en el Derecho Comunitario de la carta de derechos fundamentales es un gran avance. Sin embargo, hasta que no haya representatividad plena en el ámbito legislativo no podremos hablar ni de Estado, ni de Constitución. En esto consiste Europa, y en esto debemos basar nuestras mentalidades.

 
Debe haber un debate, un espacio público para que la ciudadanía europea pueda manifestar sus intereses, tanto previamente a la creación de la Constitución, como con posterioridad. Es necesario que la sociedad se interese por lo que pasa en Europa, por el proceso de integración, por las decisiones que se toman en Bruselas y por que éstas gocen de la representatividad que corresponde.

No es posible que se apliquen el principio de no intervención del Derecho Internacional cuando a los políticos les venga en gana, incluso contradiciendo los principios de los partidos a los que pertenecen, y traicionando a sus votantes. El año pasado vimos como el Sr. Zapatero apoyaba la política de inmigración del Sr. Sarcozy (aplicando este principio), y acto seguido las instituciones europeas intervenían a España y Grecia con motivo de la crisis (donde este principio no se aplicó).

El clima político y social no responde al que debería respirarse para empezar a atisbar un futuro conjunto de los Estados Miembros, una Europa de verdad en definitiva.

En cuanto a la necesidad de una Constitución y del avance en el proceso de integración, es una cuestión que a mi juicio, es cuestión de tiempo. La velocidad a la que crecen otras potencias y el avance de la globalización lo harán necesario tarde o temprano. El problema es que cuanto más tardemos en darnos cuenta de ésta necesidad, más habrán crecido las potencias mundiales y la competencia será más alta. Si queremos mantener la competitividad del Euro, debemos continuar con el proceso de integración sin más dilación, e incluso darnos prisa, porque el sueño de Europa como Estado adolece de un gran retraso.

Como conclusión, y en referencia a todo lo expuesto anteriormente, he de señalar que a mi modo de entender, el Tratado de Lisboa es un gran avance, pero no podemos considerarlo una Constitución puesto que aun hay mucho trabajo por hacer con respecto al proceso de integración. Lo primero es concienciar a la gente, eliminar el euroescepticismo, y presionar así a los políticos para que modifiquen el sistema legislativo. Después de esto una Europa unida, y preparada para el Mundo moderno, será mucho más factible.

Como decía al principio, Constitución es sinónimo de control del Poder. ¿ Es posible entender que una norma suprema, que permite el uso del Poder sin responsabilidad, sea llamada Constitución? Yo creo que no.